ORIENTACIÓN AL CINISMO


Con la fina taza de té en porcelana ribeteada con filigranas doradas en una mano, jugueteaba con la bolsita en un repetido movimiento. Las macetas del corredor eran seducidas por la brisa vespertina. Adelina acercaba a la mesa nacarada del té unas pastas afrutadas, y Reinaldo terminaba de aderezar las rosas del jardín. Su estómago tenía puestos los ojos en el platito y la frente esperaba expectante las palabras procedentes de la boca techada por el bigote finamente rubio de Jacke:

-Bien, Ron, ¿qué te digo...? No se puede tener todo en esta vida.

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