ADICCIÓN

Esparcidos sobre el hule, pretendo continuar como si no estuvieran ahí. Pero lo están.
Oigo su pequeño crujir, intento no apartar la pantalla de mi vista, el roce rechinante, apenas perceptible por el oído, mis dedos están secos, acartonados, recubiertos por una película transparente de sal, pero sí por la piel, a desigual distancia unos de otros todos están a la misma y equidistante de mi boca. Tecleo con más fuerza. Paro un momento, y desafiante a mi voluntad, a la mierda la palabra dada "no voy a hacerlo más", los miro sabiendo que ellos estudian cualquier movimiento. Un escalofrío punza mi estómago. Sé lo que piensan de mí, oigo sus corrillos, los chasquidos de risas burlescas sobre mi adicción.
Lo he decidido (sé que es eso lo que me hacen creer) y cojo un puñado. Los trituro, los recubro con fluidos corporales, cierro mis ojos y dejo que el trago pase. Luego un poquito de limonada, que sienta siempre bien.
Me encantan los frutos secos.

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